Abandonar la ciudad: El fenómeno migratorio hacia zonas rurales que la pandemia está acelerando

«Era el lugar donde la gente quería estar, porque le daba prestigio, cultura, riqueza. Ahora la ciudad está perdiendo ese valor y tiene que ver con un cambio ético sobre cómo la gente quiere vivir su vida. Ahora hay un modelo mucho más familiar, a pequeña escala, de vivir más espiritualmente y en relación con la naturaleza», explica el académico del Centro para la Producción del Espacio de la U. de las Américas. NOTICIAS RELACIONADAS La ciudad después del coronavirus: Expertos dibujan las transformaciones que podría sufrir el espacio urbano 73 Contaminación acústica en el toque de queda: Nivel de ruido bajó un 75% gracias a la ausencia de vehículos 64 La pandemia, cuenta Greene, vino a catalizar un fenómeno que venía ocurriendo, que no es «completamente nuevo». «Entre los censos de 2002 y 2012, Puerto Varas creció en un 25%. Lo mismo Villarrica, Pucón, Llanquihue», expone. Esa tendencia se ha acelerado en los últimos meses. «Es lo que pasa si uno se pregunta qué haría si existiera la teletransportación. Si puedas seguir trabajando en Santiago pero irte a las 5 de la tarde a cualquier parte, ¿dónde vivirías? ¿En la Patagonia?El teletrabajo está haciendo eso. Abre la posibilidad de irse», comenta. La respuesta para muchas familias parece estar precisamente en el sur: Purranque, Puerto Octay, Puyehue. El fenómeno migratorio quedó de manifiesto en los cambios de domicilio del Registro Social de Hogares, contó el Director de Desarrollo Comunitario de Purranque, Miguel Arredondo, a El Austral de Osorno. «Es un efecto más de la pandemia, que viene a sobrecargar a los municipios que han respondido en todas las prestaciones sociales a través de programas de los que somos ejecutores y responsables directos», expuso. En estas localidades, la preocupación va al alza: «La llegada de nuevas familias de forma definitiva exige respuestas en la salud primaria, educación, empleabilidad, entre otros. Y no pueden ser marginados o postergados desde ningún punto de vista», añadió. En Puyehue, la alcaldesa María Jimena Núñez advirtió algo similar: el retorno de personas a casa de sus familiares debido al impacto económico causado por el covid-19. «Son familias que llegan a vivir a la comuna porque están muy mal económicamente, ya que quedaron sin trabajo y no pueden pagar arriendos, entonces necesitan redes de apoyo, no solo de sus familias, sino también del municipio, que es la primera puerta que las personas han golpeado en esta compleja situación», expuso. Una nueva centralidad Para Greene, los dos escenarios están pasando: familias que, afectadas por la crisis socioeconómica, vuelven a los pueblos donde tienen sus redes de apoyo y familias beneficiadas por las condiciones que brinda el teletrabajo y que se radican, a menudo, en sus segundas viviendas. Lo segundo podría explicar, por ejemplo, que en los colegios de Vitacura se redujera la matrícula en un 11%, concentrado en los 15 establecimientos particulares pagados de la comuna. Eso es atribuido principalmente a la migración de familias a otras ciudades. Además de lo que aporta el teletrabajo, el académico del Núcleo Milenio Movilidades y Territorios, Walter Imilan, suma el efecto de «lo que empieza a hacer la distancia con el concepto de centralidad urbana». «Lo que hemos visto en estos meses es que no es necesario ir al supermercado para comprar, o ir a una consulta médica para que te atiendas, incluso los estudios se están haciendo a distancia. La pandemia nos ha obligado a aprender otras formas de hacer las prácticas que requerían centralidad».

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